Como todos los años transcribo aquí el diario de nuestro viaje, como anticipación a lo que serán diferentes entradas sobre Escocia y las Islas Feroe. Sin duda han sido días emocionantes y especialmente impactantes los paisajes de las islas Feroe y de las highlands escocesas. Hemos tenido la oportunidad de ver de cerca el ambiente de Edimburgo en agosto, en los tiempos de sus famosos festivales. Esta vez no pudo ser por coche y tuvimos que coger tren hasta Madrid y vuelos a los dos destinos. Os dejo también un anticipo de algunas fotos intercaladas en este diario.
Diario del Viaje
2 de agosto
Salimos de Cádiz en tren para Madrid. Llegamos a Atocha y allí nos recibieron Paula y Saru y echamos unas cervecitas y unas tapitas para por la noche estar ya a pie del aeropuerto, en el Melia Barajas, un clásico que además tiene autobús lanzadera muy temprano. Nuestro propósito visitar primero Edimburgo y desde allí dar el salto a las Islas Feroe.
3 de agosto
En planta a las 4h para coger el lanzadera de 4.30h y estar ya facturando a eso de las 5h y algo. Vamos para Edimburgo (control de pasaportes por el Brexit). Salimos a las 7.30h y llegamos sobre 9 horas de Escocia. Vuelo de Iberia (pagado con Avios). Cambio brutal de temperatura después de la ola de calor de Andalucía. ¡Qué alegría! El hotel que reservamos fue el Holiday Inn de la City West, zona de Craigleith (los precios muy altos por estar de Festival), cogimos un taxi (30£). El check-in es a las 15h luego dejamos las maletas y nos dirigimos al centro, cogimos un Lothian que son la mayoría de los autobuses de aquí (2£ el trayecto individual o puedes coger 5£ para usarlo todo el día). Con el Google Map te dice fácilmente qué línea o líneas coger. Nos plantamos en el comienzo de la Royal Mile y echamos todo el día allí desde la High Street hasta Canongate. Visitamos la maravillosa Catedral de St. Giles.
Catedral de St. Giles |
Comida típica británica de fish&chips con una buena pinta de cerveza. Luego visitamos el Canongate Kirk con su cementerio donde está el panteón del famoso Adam Smith. Finalizamos con el novísimo Parlamento de Escocia y el Palacio de Holyroodhouse pero sin llegar a entrar. Volvimos en otro autobús desde la parte de Princes St. Ya solo quedaba descansar de un ajetreado día, poder hacer el check-in y en un súper unos bocadillos, un poco de lectura y a dormir.
Palacio de Holyrood |
4 de agosto
Mañana temprano, primer desayuno en el hotel, no está malote, y bus para el centro, que hubo que esperar porque el primero llegó lleno. Nos paramos al lado del edificio del Gobierno de Escocia, en Calton Hill y vimos primero el edificio del Old Royal High School, conocido como New Parliament House con el deseo frustrado de convertirlo en el Parlamento, y luego el Monumento al poeta Robert Burns, que es un templete circular desde el que se divisa la ciudad. Bajamos así hasta el Palacio de Holyroodhouse, para hacer la visita (20£). Luego nos dio por conocer un lugar que nos parecía diferente y del que habíamos visto en algún sitio buenas referencias, el Dr. Neil’s Garden. Eso sí una buena caminata, aunque con el verdor y los paisajes mereció la pena, además el lugar es muy bucólico, con banquitos para relajarte mirando a un lago, está en la zona de Duddingston, y hay también una iglesia del siglo XII con su pequeño cementerio. Volvimos al centro en bus hasta Bristo Square, una zona muy universitaria (University of Edinburgh) con mucho ambiente del Festival y tenderetes donde comprar platos rápidos y beberte unas pintas. Por la tarde volvimos al hotel.
Dr. Neil’s Garden |
A las 7 nos volvemos para el centro, subida a la Explanada del Castillo, colas inmensas pero todo muy bien organizado: comienza “The Royal Edinburgh Military Tattoo” (tienes que comprar las entradas con anticipación). A las 8 abren la puerta y el acceso a las gradas, multitud de personas a la espera de que comience el espectáculo de música de marcha militar, gaitas y tambores combinados con música de otros géneros como rock o celta. 800 artistas que no solo son de aquí, de Escocia o Irlanda, sino también bandas de Noruega, Estados Unidos, Australia, Trinidad y Tobago y Suiza. Lo más bonito sin duda y por lo que viene la gente es por las bandas de gaitas… ¡una maravilla! El final termina con fuegos artificiales en un escenario mágico como es el Castillo de Edimburgo. A la salida imposible coger un bus o un taxi, hubo que volver andando en un agradable paseo hasta el hotel.
The Royal Edinburgh Military Tattoo |
5 de agosto
Hoy es sábado y vamos a dedicarlo en primer lugar a un sitio que mucha gente nos ha recomendado, la Capilla de Rosslyn, un pueblo a unos 15 km de Edimburgo, pero puedes ir en bus local nº37 sin variar el precio. Sería un templo gótico más del siglo XV, sino fuera porque se hizo famoso, primero por los poetas románticos y recientemente por el bestseller “El Código Da Vinci”. Hay mucha afluencia de turistas y la visita resulta un poco caótica. Eso sí, te recomiendo un paseo por los caminitos de los alrededores.
Capilla de Rosslyn |
Luego nos volvimos al centro para comer en un típico pub y una visita al Museo Nacional de Escocia, quizás demasiado heterogéneo y masificado (es gratis). Muy cerca, para terminar la visita del día vimos el cementerio más famoso (y aquí hay muchos), el de Greyfriars Kirkyard, en el Old Town, data de 1562. Aquí están los personajes más importantes de Edimburgo, pero todo el mundo a lo que le hace la foto es a la tumba y monumento del famoso perrito Bobby, un perro leal que custodió la tumba de su amo catorce años después de muerto (una historia parecida a otras como Hachikō en Tokio o Camelo en Cádiz).
Greyfriars |
6 de agosto
A la salida de nuestro hotel un montón de gente en la calle, al instante sirenas de policía y de pronto la marea de bicicletas, el paso del Campeonato Mundial de Ciclismo que se corría ese día desde Edimburgo a Glasgow. Una vez que pasó, caminata desde el Hotel por Craigleith hasta el barrio de Stockbridge, un barrio ubicado al norte de Edimburgo, sin duda uno de los más bonitos y bohemios. El día elegido, domingo, tenía una razón, ir al mercadillo que se pone cerca del puente, donde hay de todo un poco: pescado, charcutería, pasteles, objetos de regalo… hasta una paella a la que le echan arándanos ¡…? Luego, a unos diez minutos, está el Royal Botanic Garden, 72 acres (30 Ha): impresionante el Chinese Hillside, o caminar entre las magníficas secuoyas gigantes en Woodland Garden. Entramos por una puerta y salimos por otra, para encaminarnos luego a un restaurante italiano en Raeburn Place. Como último recorrido, ya después de comer, decidimos un paseo por Prince Street (mucho ambiente por el Festival), hasta Dean Bridge donde cogimos el bus de vuelta.
No es Japón, es el Jardín Botánico de Edimburgo |
7 de agosto
Día de cambios, nos vamos a las Islas Feroe una semana, luego volveremos de nuevo a Edimburgo. Por la mañana una vuelta por los alrededores del hotel en Craigleith, haciendo tiempo para después de una comida ligera marchar al aeropuerto. Nos vamos en un taxi (25£) y cogemos el avión de Atlantic Airways (570€ ida/vuelta) para Tórshavn. Nos reciben las islas con un clima lluvioso y ventoso, aquí no hay ola de calor, máximas de 12º y mínimas de 7º (invierno malo en Cádiz). Teníamos alquilado un coche y después de adaptarnos a él nos vamos para el apartamento que habíamos cogido, no muy céntrico, pero está bien, el único problema que el pago tenía que ser en efectivo lo que nos obligó a buscar un cajero. Cenamos ya y con la wifi de la casa empezamos a programar las excursiones (la e-sim de Ailo no ha funcionado bien).
Tórshavn, la capital de las Islas Feroe |
8 de agosto
Nuestro propósito ha sido hoy visitar algunos de los puntos esenciales de la isla grande, Streymoy. Empezamos en Tórshavn, quizás la capital de un país más pequeña del mundo, visitando su puerto y dando un primer paseo por el barrio antiguo (Undir Ryggi).
Undir Ryggi y Parlamento feroés |
Luego cogimos la carretera 50 para evitar el túnel que ya habíamos cogido la tarde anterior, con destino al norte, primero pasamos por Kaldbaksbotnur, luego Kollafjørður, magnífico fiordo para unas fotos, luego la Cascada Fossa (Svartafosswaterfall), de 140 metros de caída. Avanzamos más hacia el norte, con una carretera de un solo carril que tienes que ir apartándote cada vez que te cruzas hasta llegar a Tjørnuvík, una playa con vistas a los dos peñones de la otra isla (Risin y Kellingin). Para finalizar el día deshacemos el camino para volver a subir a Saksun, un pueblecito de tres o cuatro casas con sus techos de hierbas, pero con una cascada y unas vistas preciosas, además de una iglesia antigua también de postal. Allí comimos unos bocatas y nos volvimos al apartamento en Tórshavn y visita al súper para las cenas de estos días, el precio de los productos es alto y olvídate del vino y la cerveza (se compra en una tienda específica o te la tomas en los bares y restaurantes).
Los pueblos suelen ser pequeños, casas en medio de la nada, miles de cascadas y agua, mucha agua |
Empezamos a disfrutar de los paisajes que nos van brindando las carreteras |
9 de agosto
Hoy hemos hecho el recorrido por otra isla, la Isla de Eysturoy, más al norte. A ella se accede por un túnel submarino, curiosamente con luces azules y verdes que parece estas por el mar, es un túnel como los otros de peaje pero que te lo van descontando de la tarjeta. Cruza desde Hvítanes a Strendur. Un poco antes de llegar nos cruzó un maravilloso arco iris, el día ha sido frío y lluvioso, pero no por ello hemos dejado de disfrutar de estos paisajes tan maravillosos. Las paradas que hicimos fueron: Oyndarfjørður, Elduvík, Funningur, Gjógv y Eiði. Algunos de estos pueblos no tuvieron carretera y estuvieron aislados hasta hace menos de cien años. Las casas son de colores fuertes, rojas, amarillas, negras… y sus iglesias tienen un toque especial; la población suele ser de poco más de cien personas, incluso menos.
Gjógv |
Por la tarde un nuevo paseíto por Tórshavn visita a la fortaleza de Skansin donde también está el faro, y luego las dársenas portuarias, al fondo el ferry que va a Finlandia y unos cuantos pesqueros grandes, además de numerosos yates y barquitos de vela en la marina, conocida como Vágsbotn. Aprovecho para volver a visitar el barrio antiguo, el Undir Ryggi y el antiguo parlamento, el Tinganes, muy modesto como la casa del Primer Ministro, está en el mismo sitio que ya en el año 850 se reunían las asambleas vikingas. En un segundo intento la Catedral de Tórshavn sigue cerrada, así mismo junto a ella el Mercado de Sølutorgið. Importante: hemos encontrado vino, esta noche cena en el apartamento con un Douro portugués.
Esta escultura está dedicada a las mujeres que preparaban el bacalao frente al puerto de Tórshavn |
10 de agosto
El gran día ha llegado, lo elegimos en base a las predicciones meteorológicas y acertamos. Debido a los repentinos cambios de las condiciones meteorológicas, algunas veces la isla queda incomunicada por eso hay que pensárselo bien al elegir el día de la visita (puedes ir y luego no poder volver). Nos vamos a Mykines (antes se denominaba sin y: Mikines). Habíamos reservado el ferry de ida a las 9h y de vuelta a las 15h, la excursión (es obligatorio coger guía) a las 10h. Llegamos en coche hasta Sørvágur, en el puerto hay bastante sitio para aparcar. Y allí estaba el barquito, pequeño, pero tuvimos suerte de coger sitio en cubierta para ver el paisaje, además no hacía mucho frío para lo que suele hacer. Espectacular el recorrido porque además a la ida nos metió el patrón por unos acantilados llenos de aves, antes de llegar al puerto de Mykines. Esta es la isla más occidental del archipiélago, famosa por su extensa colonia de frailecillos, todo gira en torno a este particular y graciosa ave, sin duda es el paraíso de los ornitólogos por sus múltiples especies. En la isla, de poco más de 10 km², solo hay un pequeño pueblecito arriba del puerto, donde en el último censo había sólo 16 personas. A pesar de ello hay una iglesia, un café, un cementerio y algunas casas antiguas. También hay un helipuerto y un faro (el camino está cortado y no se puede llegar). Una vez congregado todos los que íbamos en el barco, unas cincuenta personas más o menos, tres guías nos van haciendo el recorrido, cuesta arriba, más arriba, uff… ¡llegamos!, a donde se encuentran los frailecillos, están por todos lados, su pico rojo y negro, sus patas naranjas contrastan con su blanco plumaje. Hay también en la isla, arriba de la colina, un monumento conmemorativo para recordar a 27 personas perdidas en el mar, y otras 10 que lo hicieron en las montañas de la isla. A la vuelta el transbordador hizo unas paradas en los riscos de Gáshólmur y Tindhólmur. Ya solo queda volver en coche a Tórshavn y descansar para el próximo día.
El frailecillo atlántico (Fratercula arctica) |
Al fondo el Faro de Mykines |
11 de agosto
Hoy ha amanecido muy desapacible, con lluvia y niebla. Después de la paliza de ayer hoy hemos proyectado un día más relajado. Hemos ido a ver el pueblo de Kirkjubøur, es el pueblo más al sur de Streymoy, aunque está apenas a un cuarto de hora por carretera desde Tórshavn. Es el sitio desde el punto de vista histórico más importante de las Feroe, porque aquí se encuentran los restos de lo que fue la Catedral Magnus, cuya construcción comenzó alrededor de 1300, es el mayor edificio medieval de las Islas Feroe. También está la Iglesia de San Olav del siglo XII aunque reformada y la antigua granja de Kirkjubøargarður que data del siglo XI. En Kirkjubøur, en 1832, se encontró una piedra rúnica que se remonta a la era vikinga que precisamente se encuentra en el Museo Nacional de las Islas Feroe (Tjóðsavnið), siguiente destino del día. Y allí nos fuimos, una media hora después estábamos comprando el ticket (80 DKK). El museo no es muy grande pero está muy bien, trata tanto aspectos de naturaleza como históricos y etnográficos. El museo en verdad son dos sedes: el edificio principal en las afueras del norte de Tórshavn, que fue construido en 1995, y un museo al aire libre en Hoyvíksgarður, que consiste en una antigua granja amueblada al estilo de finales del XIX. El día se completó con una nueva vista al súper para la comida de los próximos días.
Ruínas de la Catedral Magnus |
Iglesia de San Olav |
12 de agosto
Se van acabando los días en las islas Feroe. Hoy ha sido un día con buen tiempo a rachas, incluso hemos llegado a los 15 grados y en algunos momentos se ha visto el cielo azul. Empezamos nuestro recorrido por la isla de Streymoy para visitar Vestmanna, un municipio del norte de unos mil habitantes. La zona es famosa por sus acantilados donde se pueden ver enormes colonias de aves marinas que llegan para anidar en estos meses de verano. Por cierto por el camino avistamos un par de calderones, que son como pequeñas ballenas (que aquí en Feroe se permiten cazar y son un plato tradicional). Luego volvimos para coger el túnel submarino hacia la isla de Vágar. Visitamos primero Sandavágur un pequeño pueblecito unido al vecino Miðvágur. Allí visitamos una de las iglesias más bonitas de la isla, del año 1917. En su interior se conserva la piedra rúnica del vikingo Torkil. Sandavágur fue fundada en la era vikinga, y tiene por lo tanto una historia de más de 1000 años.
Sandavágs kirkja |
Desde allí se hace un caminito de unos veinte minutos hasta un mirador donde se puede ver Trøllkonufingur, una formación rocosa cuyo nombre viene de “dedo de la mujer troll”. Pero ¡oh!, al subir estaba todo con una niebla espesa y no se dejaba ver a pesar de lo bueno que estaba el día… pero a la vuelta se hizo visible desde el pueblo cercano Miðvágur. El siguiente objetivo era la cascada de Múlafossur. Antes pasamos por el mayor lago de las islas, Sørvágsvatn, además de los pueblos que ya conocíamos, especialmente Sørvágur, al otro lado del aeropuerto, la mayor población de la isla de Vágar. Continuamos por la carretera que bordea el fiordo Sørvágfjoður camino de la aldea remota de Gásadalur, que hasta el siglo XXI estuvo aislada del resto de la isla. Desde allí hay vistas a los riscos de Tindhólmur y Gáshólmur, que ya habíamos vistos desde el barco cuando fuimos a Mykines. En 2004 se construyó un túnel que daba acceso a Gásadalur, aunque es de un solo carril y tienes que tener precaución si te cruzas con otro coche. Desde allí se ve la cascada de Múlafossur, no por ser la más grande sí que es la más impresionante de Feroe porque desemboca en el mar. Ya luego nos volvimos a nuestro apartamento en Tórshavn.
Cascada de Múlafossur |
13 de agosto
Es domingo, último día antes de volver para Edimburgo. Hemos visitado el Listasavn Føroya, la Galería Nacional de las Islas Feroe, que es el principal museo de arte de las Islas Feroe (90 DKK). Ubicado en Tórshavn muy cerca de nuestro apartamento y pegado al parque Viðarlundin, también llamado Plantasjan. La colección consta de aproximadamente 2800 obras, principalmente pinturas, desde el siglo XIX a la actualidad. Especialmente valiosa la obra de Sámal Joensen-Mikines, que firmaba Mikines, su isla de nacimiento. Fue conocido por sus representaciones de los paisajes y la vida popular de las islas. Luego al terminar de ver las colecciones permanentes que se dividen en 13 temas diferentes, entre ellos el Mar, el Paisaje o los Retratos, vimos una exhibición temporal (colectivo Gerandis ovellingir). Más tarde pasamos a ver en el parque las esculturas y aprovechamos también para un extenso recorrido por el mismo, especialmente el estanque con patos y cisnes, también está el monumento en memoria de los marineros feroeses, que perdieron la vida en el mar durante la Segunda Guerra Mundial.
Una de las salas de la Listasavn Føroya, la Galería Nacional de las Islas Feroe |
14 de agosto
Hoy ha sido un día de aeropuertos, desde Vágar a Edimburgo. Por la mañana ordenamos maletas, gasolina al coche de alquiler y entrega en el parking del aeropuerto y llaves en la oficina de 62ºN que es la compañía que contratamos a través de Auto-Europe. En la factura te descuentan los peajes de los túneles submarinos que están asociados a la matrícula cada vez que pasa. El avión de Atlantic Airways, que es la compañía de Feroe, salió puntual y llegó puntual a Edimburgo. Esta vez cogimos un bus de Airlink (5,5£) que te deja en Prince Street, desde allí andando a South Bridge, muy cerca de la Royal Mile donde tenemos el Ibis (por cierto precio altísimo por ser temporada alta por los Festivales). Las calles abarrotadas de gente, espectáculos callejero y muchos locales con largas colas para ver las actuaciones de comedias, monólogos y teatro en general, además de pequeños conciertos de música. Cenamos en un pub con una buena Burger.
Sir Walter Scott nos mira desde su mausoleo: ¿Otra vez en Edimburgo? —nos pregunta. |
15 de agosto
Hoy teníamos comprada la entrada por internet para ver el Castillo de Edimburgo, tienes que prever con antelación, en el mismo día te encuentras el “Sold out” y te quedas con la cara partida por no entrar. Es una visita imprescindible si estás varios días en Edimburgo, aunque para mí es mejor siempre patear la calle. El Castillo tiene varias visitas, es decir hay varios museos, todos militares, se visitan las prisiones, los aposentos reales, las coronas escocesas y la famosa “Stone of Destiny” un bloque de piedra arenisca, históricamente estaba en la Abadía de Scone (hoy derruida) y que se utiliza para la coronación de los reyes. También hay una visita en el conjunto del castillo a la St. Margaret Chapel, el edificio más antiguo (1130).
Entrada al Castillo de Edimburgo |
Una vez terminado hicimos una nueva visita por las calles de la Old Town hasta coger un autobús a la Playa de Portobello. Los lugareños lo conocen como Porty y es una zona mucho más tranquila. Allí comimos en el “Promenade” (paseo marítimo) lleno de terracitas y con un clima más o menos agradable: pocos bañistas y algunos, los menos, en bañador. Un paseíto y vuelta para el centro, cogimos un bus que nos devolvió al centro a través del barrio de Leith, el puerto histórico en la costa norte y puerta de entrada a la ciudad durante siglos.
Terrazas en el paseo marítimo de Portobello |
Los paisajes de las Highlands |
En el Lago Ness, el monstruo no sale 😂😂 |
Y esto es todo !! |
Comentarios
Espero más post de Feroe.
Escocia es especial. Estuve hace muchos años, pero a diferencia de tu viaje, en el mío no vi asomarse el sol, casi ningún día. Fue un viaje en moto. Tuve que comprar un traje de esos con los que ellos van a pescar. Verde con capucha y pantalones. Durante casi los 15 días que duró el viaje llovió prácticamente siempre. En Ullapool apareció un tímido sol, quizás por esa razón me gustó tanto este pequeño pueblo pesquero. También me gustaron, los páramos y el paisaje agreste de las Highlands. ¡Qué buenos recuerdos! ¡Era tan joven!
saludos
CarmeLa