Antigua postal de Estambul |
Quizás Estambul sea la típica ciudad políticamente incorrecta, donde se alternan laicismo, islamismo, e incluso, si ahondas suficientemente el propio fundamentalismo; pero a su vez Estambul quiere y chilla por ser Europa y lo es, …y es Mediterráneo y es Asia, y es Turquía como parte diferenciada de su carácter también nacionalista. Estambul blanqueó las fachadas de los mosaicos de Constantinopla para edificar mezquitas, y bien que lo consiguió, más de dos mil ecos del muecín para imponer que una nueva ciudad nacía más allá de las murallas de la antigua Bizancio, pero tampoco nos rasguemos las vestiduras porque igual hicieron los caballeros cristianos, pero al contrario derribando las mezquitas españolas para edificar “encima” las catedrales. Afortunadamente para Occidente fueron derrotados los iconoclastas y así podemos disfrutar de algo más que figuras geométricas en nuestras iglesias, pero la vida es así... Oriente y Occidente, iconos, y formas diferentes para pensar y actuar de formas humanas y parecidas, vitales.
Estambul es una ciudad que uno quisiera haberla vivido como los viajeros antiguos que se quedaron en ella, o como la gente de mar que atracaba en su “cuerno de oro” para conocer y amar a las jóvenes mujeres turcas, igual que hizo el escritor Pierre Loti en su época de oficial en un barco francés, enamorándose primero de su musa Aziyade y luego más tarde de su otra musa, la ciudad de Estambul.
Porque Estambul enamora y requiere de un respeto para que el viajante al menos le dedique una semana para conocer la primera capa, el primer barniz de la ciudad. No se deje embelezar por los “tours” y por los “circuitos” que desde España le venden para recorrerse Estambul y toda Turquía en una semana, porque no, porque es necesario mucho tiempo para conocer una ciudad que nunca tiene fin, que desde cualquiera de sus miradores nunca le ves el término de su término.
Y empiece su viaje meses antes para leerse su historia, su pasado. La novela histórica como “El ángel sombrío” de Mika Waltari, que narra los últimos momentos de la Constantinopla que espera su caída ante los sultanes, o más conocida aún “De parte de la Princesa muerta” de Kenizé Mourad, una historia más reciente que cuenta los avatares en la ciudad de una nieta del sultán otomano Murad V. O la propia historia de “Constantinopla”, contada por el siempre correcto Azimov, o más reciente, el “Estambul” crítico del premio Nóbel Orhan Pamuk. Y vaya pensando que Estambul no esta solo para usted, que muchos turistas más le pisarán por las calles y que todo estará lleno del sonido del inglés-italiano-y todos los idiomas del mundo poderoso, que quiere ser captado por el mercader turco en busca de venderle desde una alfombra a una simple camiseta para que se lleve la luna y la estrella de Turquía impresa en su pecho. Así es hoy Estambul, ojala la hubiéramos vivido antes pero a pesar de ello quedan sus piedras, sus murallas, sus mezquitas, Santa Sofía, la Iglesia de San Salvador en Chora, y tantas joyas físicas que permanecen inmunes no sólo a la turista un millón del día, sino a los propios embates de la Tierra en los cientos de terremotos que ha sufrido la zona.
Bienvenidos a Estambul, porque sólo una ciudad como Roma puede ser imperial como esta. No es París, claro, tampoco Londres, un poco de El Cairo, pero mucho de Roma con minaretes y Patriarcas que no pudieron ser Papas. Así es Estambul, así fue Constantinopla.
Postal antigua de Pierre Loti, Estambul 1902 - Fuente: Levant Koleyson nº215 |
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Ya ojearé de vez en cuanto tu blog. Un abrazo