Mirar al techo... y entiende uno que este sea uno de los cafés preferidos de los lisboetas |
El Café A Brasileira (en castellano el café brasileño) es el café más antiguo, más famoso y más fotografiado de Lisboa, en la zona que llaman de Sacramento, en pleno casco antiguo, en el número 120 de la Rua Garrett, en un extremo del Largo do Chiado, cerca de la estación de metro Baixa-Chiado. Muy cerca de la Universidad, lo que le garantizará al visitante una cafetería y una terraza que nunca estarán vacías, donde fluye el espíritu lisboeta de saudade y melancolía. A mi me encanta independientemente de la típica foto al lado de la estatua del gran Pessoa, de la que ya hablaremos.
A tope en A Brasileira |
Durante la mitad del siglo XIX, un hotel, el Hotel Borges se funda a lo largo de la Travessa de Galhardo Estevão. En 1868, Elie Bénard inauguró una pequeña panadería que comparte edificio con el Hotel Borges. La Brasileña, como tal fue inaugurada por el hostelero Adriano Telles el día 19 de noviembre de 1905, pero en el número 122 (una antigua tienda de camisas), para vender lo que en su eslogan decía: "el auténtico café brasileño", que provenía del Estado de Minas Gerais, un producto generalmente poco apreciado o al menos desconocido, en los hogares de los lisboetas de la época. Con el fin de promover su producto, Telles ofrecía a cada comprador de un kilo de café molido (al precio de 720 reis), una taza de café gratis. Fue la primera tienda en vender la famosa "bica", lo que los españoles llamamos un solo, aunque en una pequeña taza de café y muy fuerte, similar al espresso. El fundador de esta cafetería primitiva, que había vivido en Brasil importaba sus productos, además del café, la goiabada, tapioca, especias, té, harina, además de aceites y vinos. En 1907, el propietario de A Brasileira abrió un establecimiento similar en Braga, el Café A Brasileira (de Braga).
A Brasileira, en 1911, la foto de Joshua Benoliel. |
Actual portada con la última reforma |
Con el tiempo el edificio se adaptó a las necesidades de su clientela, tres años nada más que se inaugurara ya, en 1908, el Brasileira fue remodelado por Joaquim Manuel Norte Júnior con el fin de proporcionar una cafetería más que un almacén de café. Nuevamente en 1922, para reorientar el modelo de negocio para la venta de bebidas, además de café se volvió a reformar. Su nuevo diseño, realizado por el arquitecto José Pacheco, se completó en el estilo Art Deco, con una entrada verde y oro, y un interior con paredes de espejos, una larga barra de roble y espacios de maderas nobles.
Para entender de su popularidad hay que remontarse al establecimiento de la Primera República Portuguesa en 1910, y la instalación del Directorio en el Largo de São Carlos que convirtieron al Brasileira en una cafetería muy transitada por numerosos intelectuales, artistas y escritores literarios que comenzaron a ocupar asiento permanente en el café.
Entre 1950 y 1960 la Brasileira estuvo en riesgo de cerrar de forma permanente pero aguantó. Ya en 1993 volvieron los problemas financieros, y gracias a los fondos del programa de Lisboa'94 como capital europea de la cultura se restauró el edificio. La fachada exterior de A Brasileira se reconoce por su extraordinaria puerta ornamental. El edificio es realmente muy estrecho, de dos pisos de planta rectangular (planta baja y sótano), con una fachada frontal que incluye el nombre del establecimiento.
Aquí con don Fernando como cualquier vil turista frente al cafe A Brasileira |
Casi todos los turistas seguro que si se acuerdan de esta cafetería si les digo que junto a ella está una estatua de bronce de Fernando Pessoa que se encuentra permanentemente en el exterior, como si estuviera esperando que le trajeran su "bica". Fue realizada por el escultor Lagoa Henriques en el año 1988, aunque, irónicamente, Pessoa consideró el Café Martinho da Arcada (en la Praça do Comércio), su café favorito. Además del poeta portugués Fernando Pessoa, también eras asiduos los escritores Aquilino Ribeiro y Alfredo Pimenta. También los pintores empezaron a visitar el brasileño en el año de 1925, el café comenzó a exhibir las pinturas de la nueva generación de pintores portugueses, que por allí aparecían como: José de Almada Negreiros, António Soares, Eduardo Viana, Jorge Barradas, obras desgraciadamente se perdieron porque se vendieron a un comprador en 1969, aunque luego este particular "museo" fue renovado en 1971, con nuevos cuadros de pintores como: António Palolo, Carlos Calvet,...
Comentarios
Un abrazo
Abraço e Feliz 2013 para ti Paco!