Nuestro Seat 850 especial con el que recorríamos media España |
Hoy me van a permitir mis lectores que tenga una licencia, más poética que viajera, para hablar de mi padre, que nos dejó ayer, después de una larga y tristemente famosa enfermedad. Él fue quien, en definitiva, marcó la forma en que veo este mundo; la vida a nuestro alrededor se puede observar de mil maneras y él hizo que me obsesionara por los viajes (interiores y exteriores), quizás por su propia incapacidad de completar sus sueños y sus añoranzas, marcadas por una posguerra de miseria y de limitaciones en todos los sentidos.
Cientos de fotos de los viajes (Peñíscola, Zaragoza, Sant Miquel del Fai, Caldes de Montbui,...) |
en Capileira, la Alpujarra, los dos Pacos en Casa Paco |
en Oporto, un viaje sensacional por el Norte de Portugal |
Mis primeros viajes de infancia y adolescencia tienen el denominador común del Seat 850, calentándose por todas las cuestas de España, las pensiones y luego mejores hoteles con los que íbamos descubriendo toda la geografía española, cada vez que teníamos la ocasión de escaparnos de vacaciones. Su afición, que mantuvo hasta el final de sus días de coleccionar las postales de toda la vida de los lugares que visitábamos, su biblioteca de guías y de libros de viajes. Imagino que todos tenemos en general esos recuerdos de nuestros padres y yo he tenido la suerte de valorarlo, no solo ahora, que ya no está, sino con él, con sus vivencias, con sus charlas y con sus anecdotas vinieran o no vinieran a cuento de la conversación.
Mi padre era tan organizado, que el viaje, en eso también le imito, empezaba mucho antes, casi cuando terminaba el anterior. La primera aventura decidir dónde iríamos en ese "próximo verano", rebuscar en enciclopedias (no había internet) los sitios que ibamos a visitar, acudir a la oficina de información y turismo para que te trajera folletos de tal o cuál sitio. En muchas ocasiones se combinaba el alojamiento de pago con el de la familia en Barcelona o en Madrid. Y luego estaba el cuadernito donde apuntábamos las etapas con los kilómetros, hasta la gasolina que se echaba para luego calcular el dinero que mi padre se había gastado. En definitiva, un viaje era una ilusión antes, durante y después; como así intento yo, quizás ahora con este blog, donde saboreo como lo hacía él, ese "retrogusto" por el viaje viajado y vivido.
Cuando se jubiló fue para él un verdadero "júbilo" y pudo tener el tiempo necesario y una pensión para disfrutar de los viajes que el tiempo le permitía, aunque el fallecimiento temprano de mi madre lo truncó. A pesar de todo, en los últimos años pudimos hacer viajes de las tres generaciones que sirvieron para trasladar a mis hijos sus ilusiones por conocer nuevas ciudades o de volverlas a disfrutar, como aquella semana que vivimos en Roma, o las escapadas a Portugal y aún más el viaje a modo de la película "Pequeña Miss Sunshine" que hicimos toda la familia a visitar la tumba de su padre, mi abuelo, a Nikopol en Ucrania ¡qué perìplo!¡cuántas anecdotas!
Al final, como en el título del libro de Héctor Abad, seremos un olvido más, pero mientras tanto, él será para mi un recuerdo que arrastraré hasta mi propio final, el recuerdo, que no olvido, de un hombre bueno y honrado, pero también curioso de su mundo, de sus libros y de sus viajes.
Comentarios
Decirte que le has hecho una dedicatoria preciosa. Y que sin duda, os seguirá acompañando, en vuestro interior, en los que espero, sean muchos viajes mas!
Un abrazo y muchos ánimos!
Un abrazo!
Para mí, mis padres siguen siendo todo un referente, nuestra complicidad es absoluta, el amor que se respira en mi familia es indescriptible y el respeto que les tengo como padres es infinito, y no me avergüenzo de lo que mil veces digo, pues aunque suene muy mal, a mis amigos les digo que son "mis amos", pues creo que tienen todo el derecho del mundo pues me hicieron el mejor regalo que a una persona se le puede hacer: darme la vida.
Coincido también con los dos comentaristas anteriores, es una dedicatoria preciosa, me has emocionado muchísimo, un poco triste, evidentemente por lo ocurrido, pero también para mí pues me hace pensar en la avanzada edad que tienen mis padres y en el cómo me sentiré cuando algún día me den el "hasta luego".
Un abrazo enorme y mucho ánimo.
Un abrazo y muchos ánimos. Y que nunca queden en el olvido los momentos que pasaste con él.
Lo siento mucho y sólo puedo decirte que te agradezco que hayas compartido con nosotros este homenaje tan bonito a tu padre. Un abrazo.
Un gran abrazo y mucho ánimo.
Como dicen por ahí, el bonito homenaje a tu padre me ha hecho pensar en la avanzada edad de mi madre y en cuánto, cuantísimo la quiero.
Un abrazo y ánimo!
Un abrazo