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La ruta carlista (2): Morella

Vista de Morella, en la comarca de Els Ports

Aunque pasemos de una comunidad a otra (de Aragón a Valencia), realmente son dos poblaciones cercanas, Morella y Cantavieja. En la actualidad Morella, en la provincia de Castellón, es algo más grande, unos mil habitantes y eso sí, recibe muchos más turistas, al menos eso pude ver cuando estuve por allí, al contrario de Cantavieja. Como vemos, por la fotografía de arriba, su posición es también escarpada abrupta y montañosa, casi los mil metros sobre el nivel del mar, muy parecida a Cantavieja, de ahí el interés que siempre tuvo Ramón Cabrera por este enclave. En los relatos de las guerras carlistas, cuando se toma la ciudad, se habla de los muertos en la batalla en esas altas cumbres y los muertos que caían por los barrancos. Aquí en Morella, El Tigre del Maestrazgo, obtuvo la primera victoria y la última derrota. Especialmente encarnizada fue la batalla final entre el 18 al 30 de mayo de 1840, que supuso el fin de la primera guerra carlista. 

Grabado de Morella (en el museo de Cantavieja)

Morella fue el bautizo de guerra del general Ramón Cabrera, como se recoge aquí en el libro Cabrera y Compañía de Caridad Salvador, A. (Zaragoza, 2014)

Sea como fuere, el mismo día de su salida llegó a Morella con sus dos acompañantes, montados en mulos. Una vez allí se alistó en las filas carlistas, siendo destinado al batallón de Vinaròs, mandado por Cosme Covarsí. A principios de diciembre entró por primera vez en combate y aunque tuvo miedo a los primeros disparos, después se comportó con valor y logró el ascenso a cabo.

Con la toma de Morella nuestro personaje contaba ya con dos importantes fortificaciones, que le hicieron llevar una guerra muy distinta a partir de entonces. Estas plazas fuertes le permitieron disponer de una serie de servicios, más propios de un ejército regular que de unas partidas guerrilleras. De esta manera, el jefe rebelde intentaba equipararse a sus enemigos e ir creando un pequeño Estado en el corazón del Maestrazgo.

Cuando Morella estuvo en manos de los carlistas en enero de 1838, esta ciudad se convirtió en la siguiente capital carlista por su carácter estratégico. Al estar completamente amurallada, se trasladaron aquí las instalaciones de Cantavieja.

La ciudad amurallada mantiene aún gran parte de sus puertas.

Portal de Sant Miquel
Arriba y abajo: Portal de l'Estudi
Esta puerta fue modificada en la primera y tercera guerra carlista
Las murallas alcanzan un perímetro de 2500 metros, altura 10-15 metros y espesor 2 metros
La mayor parte de las murallas se deben al rey Pedro IV de Aragón

Las puertas llevan los siguientes nombres: de la Nevera, San Miguel, Morella, San Mato, Forcall, del Rey y dels Estudis, y las torres del Públic, la Nevera, el Trinquet, San Miguel, la Redona, de la font, Alós, del Asperó, Beneyto, de Fredes, San Mateo, del Forcall, del Carraixet, del Rey, dels Estudis y San Francisco.

Morella fue el principio, pero también el final: la toma de Morella fue la última posibilidad de mantener viva la llama del rey pretendiente don Carlos. Ya Maroto se había entregado y había firmado un acuerdo con Espartero. Con la pérdida de Morella, Cabrera se vio obligado a huir, primero a Berga y finalmente a Francia. La ciudad fue después saqueada y significó la derrota de los absolutistas. Espartero recibió el título de «duque de Morella».

Pero hablemos de la ciudad y dejemos la Historia a un lado. Porque Morella merece la pena visitarla, es una ciudad aún amurallada, a pesar de la guerra, y con un castillo al que hay que pegarse una subidita considerable. Morella ha vivido durante muchas décadas de la industria textil, además de ser el centro comercial de la comarca y con los beneficios de su agricultura y ganadería. Aquí es importante la recolección de la preciada trufa negra. Los cientos de trabajadores que vivían del textil perdieron su trabajo con la disolución de la sociedad textil de Morella, en 1926. Els Ports vive ahora mucho de la instalación de sus parques eólicos, además del turismo.

Abajo unas fotos del entramado urbano, que mantiene aún las casas tradicionales.



Os recomiendo 👉 una visita guiada a la Iglesia de Santa María. Está situada en la plaza de Benedicto XV, es un edificio construido entre los siglos XIII y XVI en estilos gótico valenciano y renacentista, tiene consideración de basílica menor. Su historia comienza el invierno de 1231 a 1232, es el momento de la llegada de las tropas cristianas. El Rey Jaime I hace de Morella una villa real en el cruce de los territorios de la Corona de Aragón.

La Puerta de los Apóstoles
En la parte posterior del coro, se puede ver esculpido el friso del Pórtico de la Gloria


Una de las maravillas de esta iglesia es la escalera de caracol por la que se sube al coro, el altar mayor, sus tres rosetones con vidrieras originales de la Escuela valenciana del siglo XIV.




Abajo un par de ejemplos de la pinacoteca del museo de la iglesia: un retrato del Papa Luna de Joan Reixach, del siglo XV, y una Piedad de Nicolau Falcó, del XVI.



Morella es una ciudad muy festera, como los gegants que salen en Corpus Christi.

La celebración del Corpus Christi de Morella es, junto con la de Valencia, la más antigua del Mediterráneo. Su origen data de 1358 y aún conserva su amplio contenido de cuadros bíblicos. Se celebra el domingo siguiente al Jueves de Corpus que marca el calendario católico. La víspera, el sábado, se celebra La Degolla, donde se escenifica la matanza de los Santos Inocentes.  Cabe destacar también el paso de l’Aliga, uno de los símbolos más emblemáticos y ancestral de la ciudad así como el desfile de los cuatro gigantes de Morella, unos de los más antiguos de la Comunidad Valenciana. Fuente: Morella.net

La tradición de «los cuatro gigantes de Morella»: Artal, Rosella, Abu Sa’id y Seidia


Artal es el nombre del noble aragonés Blasco de Alagón que conquistó Morella en el siglo XIII. La mujer hace referencia a las amapolas, roselles, en valenciano. Abu Sa’id fue el último gobernador almohade de Valencia y Seidia hace referencia al poema que escribió Joaquim Garcia Girona, que narra el romance amoroso entre el caballero Artal y la heroína musulmana Seidia.

La gastronomía morellana está basada en los productos del cerdo y del cordero. Un platos típico es el ternasco, también la gallina trufada, pero en las vitrinas del pueblo lo que más ves son los flaons.

Uno de los iconos gastronómicos son los flaons de Morella

Se preparan con una masa muy especial, aromatizada con aguardiente, y un relleno que se prepara con requesón, un producto muy típico de Morella, y almendra.
👉 receta


En el próximo capítulo hablaremos de Estella, otra de las capitales del carlismo.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, Paco
yo también pasé por Morella, un día de estos de agosto, pero en mi caso el día estaba nublado. Paramos para dar una vuelta por la ciudad y como no, nos tomamos unos flaons.
Saludos
CarmeLa