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#Patagoniaverde Chile 2024 (Diario)

Volcán Osorno desde el Lago Llanquihue (Ensenada)

La Patagonia es la región geográfica ubicada en el Cono Sur de América. Los españoles prácticamente no llegaron a colonizar la totalidad de estos territorios, allí vivían principalmente los tehuelches y mapuches. Hoy, una parte de la Patagonia pertenece a Argentina y otra a Chile. Hacia más de diez años que había estado en la parte argentina (👉 Calafate, Perito Moreno, Parque Nacional de los Glaciares,…) y tenia pendiente la llamada Patagonia verde, la chilena. Para ello, en quince días, que luego se redujeron a diez, hicimos este maravilloso viaje por lo que en Chile se delimita como la Región de los lagos, en tres de las cuatro provincias: Palena (la comuna de Hualaihué), Llanquihue y Chiloé. La Patagonia Verde es un destino turístico que se caracteriza por sus paisajes naturales, como montañas, valles, cascadas, volcanes y lagos. El verde chileno contrasta con la aridez del bosque magellanicus argentino, al otro lado de los Andes. Abajo os dejo el recorrido de esos días tal como lo fui escribiendo en mi diario. Por si a alguien le interesa. En cualquier caso, a medida que pase el tiempo, iré ampliando en sucesivas entradas algunos aspectos concretos de este viaje.

15 y 16 noviembre

Comenzamos el viaje desde Cádiz hasta Madrid en tren. Como suele ser habitual con retrasos. Tenemos hotel cerca de Barajas para el día siguiente dar el salto a Chile. Viajamos con Latam que unas semanas antes nos ha cambiado el vuelo directo a Santiago por otro con escala en Bogotá. Una paliza de viaje porque, además, cuando salimos de Bogotá, una pasajera se pone enferma y hay que evacuarla. Conclusión: perdemos el siguiente vuelo de Santiago a Puerto Montt. Latam nos ubica en otro un poco más tarde. Al final llegamos al aeropuerto El Tepual donde recogemos el coche de alquiler. A unos pocos kilómetros se encuentra la ciudad.

17 noviembre

Monumento en la costanera de Puerto Montt

Puerto Montt es poco agraciada, si acaso su costanera con un curioso monumento que se titula “Sentados frente al mar”, también conocido como la estatua de los enamorados, una escultura del artista Robinson Barría, inspirada en la canción Puerto Montt del grupo uruguayo Los Iracundos. A pesar de la primavera austral, hace frío y el viento está fuerte. Por la tarde noche damos un paseo por Puerto Montt y cenamos en un lugar que está relativamente cerca del Hotel Don Luis, que es donde nos alojamos, el hotel no es caro pero sí bastante antigüito. El Fogón del leñador no defrauda, primero el habitual pisco sour y luego con su parrilla y su buen vino chileno. Ya es hora de dormir, el jetlag no es complicado: ahora sólo 4 horas de diferencia con España.

18 noviembre

Por la mañana antes de partir de Puerto Montt buscó una oficina de cambio para llevar algo de pesos chilenos por si no aceptan tarjetas, aunque en general en todos lados puedes pagar electrónicamente. El cambio es de 1€ por 1005 pesos, una barbaridad de ceros. Es fácil ser millonario en Chile. Y comenzamos en el coche por la carretera austral, la ruta 7. El propósito es llegar hasta Hornopiren pero por una ruta costera más larga. Primero pasamos por Chamiza, Quillaipe, Lenca y La Arena. De vez en cuando voy parando, haciendo fotos a los paisajes y a las peculiares iglesias de madera, todas tan pintorescas, junto a ellas, a veces, unos coloridos cementerios, decorados con guirnaldas, flores y molinillos de viento. En Caleta La Arena se coge el transbordador a Caleta Puelche.

Transbordador desde Caleta La Arena a Caleta Puelche, el embarque fue casi inmediato; en esos pasos sueles pagar directamente en el barco o en la cola de embarque
En toda esta parte hay multitud de embarcaciones que te llevan de una parte a otra, en algunos casos es imprescindible para evitar trozos de la carretera austral que están en muy mal estado, en las pequeñas distancias no tienes que reservar pero sí en recorridos más largos (abajo: los enlaces a las navieras)


En este caso no necesitas reservar, llegas al embarcadero te pones a la cola y cuando se acerca el barco, una señora se acerca y pagas desde el coche. Unos treinta minutos después, estás enfrente y sigues la carretera austral, pero para ver toda la costa, me desvío en Contao a la carretera V-875, Marcos, mi amigo chileno, me lo ha recomendado. Las vistas son preciosas, las playas de piedra, los humedales, más iglesias y pueblitos dispersos como La Poza, Tentelhué, Quetén, Chauchil, y Hualaihué, para después de pasar el río Cisne, volver a tomar la ruta 7. Esta carretera V-875 está casi en su totalidad asfaltada, pero hay trozos que son carriles de piedra, pero se puede circular con precaución sin problemas en cualquier tipo de coche.

La costa nos brinda paisajes mágicos

No hay muchos restaurantes por el camino y el que buscábamos, Fogón Costero, estaba cerrado, pero un poco más adelante nos topamos en mitad de la nada, con un food truck, camuflado a modo de una especie de chiringuito de playa, con unas magníficas vistas y unas salchipapas que nos salvaron el momento y a un precio súper económico. Y así llegamos a Hornopiren, a la Hospedería Catalina, donde Juan nos recibe con suma amabilidad. Ahora toca programar los días aquí. Hemos tenido hoy un día radiante, no habitual aquí (el lugar donde más llueve de Chile).

Hornopiren

19 de noviembre 

Hoy es el día de la excursión en barco. Lo habíamos reservado con Alexandra de Rutas Patagónicas, antes de venir, pero estábamos pendiente de que llegáramos al mínimo, cinco, para completar el viaje. Al final fuimos seis pasajeros, una pareja de chilenos, dos suizas y nosotros, además de Cristobal, el patrón, y Papi, su padre que ayudaba en los atraques. Comenzamos a 10.30h en la rampa de Hornopirén, a unos diez minutos andando de las cabañas Catalina. Vamos hacia los fiordos del Golfo de Ancud. Primero nos aparece, espectacular, un islote lleno de una colonia de lobos marinos, el patrón del barco se acerca para que hagamos mejores fotos y escuchamos los alaridos del macho con su harén de casi veinte hembras a su alrededor… ¡impresionante!

Una visita imprescindible es contemplar las loberas, escuchar en el silencio el rugido del macho

Luego vamos navegando a una pingüinera y poco a poco van apareciendo algunos, no muchos, pingüinos pequeñitos pero que no se muestran tanto como los anteriores lobos. Y seguimos hacia el sur, parándonos en algunas de las cascadas más espectaculares, finalmente nos acercamos a Cahuelmó, un fiordo de seis kilómetros; al final se encuentran unas termas de agua caliente, dentro de lo que empieza a ser el Parque nacional Pumalín - Douglas Tompkins, se llama así en honor del empresario y ecologista norteamericano, propietario de gran parte de los terrenos, y que posteriormente, la «Fundación Pumalín», donó al Estado de Chile en 2017. A la vuelta, un viento fuerte y racheado empieza a levantar borreguilos en la mar e incomodar la travesía con los pantocazos, pero nada especial, más allá de algún golpetazo del casco con las olas; en una hora y algo más, hemos vuelto a la rampa de salida. Después de descansar nos volvemos al centro del pueblo para cenar en nuestro habitual “Piedra Lobo” donde ya estuvimos la noche anterior, comida del lugar y ambiente familiar.

20 de noviembre

Queremos dedicar el día al entorno de Hornopirén, pero algo más descansado que el día anterior, que fue un poco agotador con los traqueteos del barco. Así, después de desayunar y charlar con Juan, nuestro anfitrión en las cabañas, cogemos el coche con intención de ver algunos saltos de los ríos cercanos: el río Negro y río Blanco. Hay otro, que atraviesa el pueblo y lo divide en dos, que es el Cuchildeo. Para ver algunas de las cascadas del río Negro voy camino del Parque Nacional, un camino de piedra en no muy buenas condiciones, hasta coger el desvío a las cataratas “doña Tato”. Paro cerca de un restaurante y sale una señora que, después de cobrar (2€ aprox.), nos abre una verja y nos indica dos caminos por el bosque para llegar a unos saltos de agua preciosos, muy bellos, de postal. Desde estas cataratas nos dirigimos al puente del río Blanco.

Cataratas “doña Tato”
Río Blanco

El río es un curso natural de agua que nace en las laderas del volcán Hornopiren y desemboca en el canal del mismo nombre. Su color lechoso es el que le da su nombre. Como hay mucho día por delante nos aventuramos a seguir la carretera austral, la ruta 7. La sorpresa es que después del puente del río Blanco, se acaba el asfalto.

Aquí se puede apreciar el tramo de carretera austral que se convierte en camino de ripio

No avanzamos más allá de quince kilómetros, hasta una capilla, aunque a una velocidad de entre 30 y 40 km/h. Vuelta a Hornopirén para dar un largo paseo por la costanera y disfrutar de los humedales y sus aves. Y de la buena cerveza del “Piedra Lobo”.

21 de noviembre

Ya abandonamos Hornopirén. Nuestro próximo destino es Ensenada (Puerto Varas), que lo tomaremos como base de excursiones en el entorno del Volcán Osorno. Hasta la rampa Puelche vamos por la ruta 7 sin problemas, pero al girar a la derecha por la V-69, todo es un tormento, horrible la carretera, en verdad es un carril de piedras por el que vas pegando botes. Afortunadamente algunos trozos, pocos, están asfaltados. Vamos paralelos al Estero Reloncavi, cruzamos el río Blanco (otro río Blanco) y pasamos por el primer asentamiento urbano que es Puelo, próximo a la confluencia del río del mismo nombre; allí echamos gasolina y disfrutamos de unos kilómetros de asfalto. Tres horas después de la salida llegamos a Cochamó, un destino para la práctica de deportes náuticos y de montaña, es la población más grande de la costera. Cochamó, del mapundungún: Kocha-mo significa lugar donde se unen las aguas. Tiene una iglesia de arquitectura típica de finales del XIX que domina el perfil de la ciudad. Aquí hemos comido junto al faro y con vistas al Volcán Yates.

Volcán Yates y faro de Cochamó

Una hora más tarde, ya con una carretera muy decente, alcanzamos Ensenada, el punto más oriental del lago Llanquihue, donde nos alojamos en un hotel rural Entre Volcanes. La habitación hace honor al nombre del hotel, tiene vistas al Volcán Osorno, que se muestra espectacular con una blanca corona. Para cenar enfrente del hotel hay un restaurante que tiene una terraza con vistas a la playa y el volcán. Cierra temprano, me dice el camarero que aún no vienen muchos turistas, que ya en verano cierran más tarde. Luego hemos dado un paseíllo por los alrededores, el suelo aún recuerda la ceniza de anteriores erupciones. Al otro lado se ve la silueta del Calbuco. He tenido la suerte de fotografiar el Osorno limpio de nubes, que no suele ser habitual.


Entre volcanes: Osorno y Calbuco.

22 de noviembre

Ensenada nace a orillas del Llanquihue y es, como su nombre indica, una ensenada, una entrada de agua en la ribera oriental del lago. Es un valle de origen glaciar que se encuentra flanqueado por dos imponentes accidentes geográficos: al este el Osorno y al sur el Calbuco. Hoy vamos con el coche hacia los Saltos del río Petrohué, están a diez minutos por la Ruta CH-225. Entramos para ello en el parque nacional Vicente Pérez Rosales, que es un área protegida enmarcada por la cordillera de los Andes, y ubicada en la provincia de Llanquihue. Hemos llegado pronto, abren a las 9. Aunque me pensaba que serían “otras cascadas”, no, los saltos son un nivel más. El Petrohué nace como emisario del lago Todos los Santos, fluye con dirección general sur y desemboca en el estuario de Reloncaví. Tienes que pagar para acceder y además de ver los saltos tienes dos trekking cortitos (el sendero de los enamorados y el de Carilemu), que te permiten conocer el llamado “bosque templado lluvioso de los Andes Australes”, catalogado así como reserva de la biosfera.

Saltos de Petrohué

Luego de la visita y multitud de fotos, subimos un poco más por la carretera hasta llegar al lago de Todos los Santos. El lago fue descubierto por los jesuitas que habitaban la isla grande de Chiloé, quienes buscaban una ruta hacia la pampa con el objeto de instalar allí una misión. Hay posibilidad de hacer un paseo en barco, pero como estaba la mañana muy nublada nos pareció que era mejor cambiar de planes y visitar Puerto Varas.

Catedral de Puerto Varas, de estilo alemán

Puerto Varas es una ciudad grande, cincuenta mil habitantes. Tiene una marcada huella de los 212 colonos alemanes que se asentaron a orillas del lago Llanquihue entre los años 1852 y 1853. Puerto Varas tiene una iglesia que llama la atención, pues su diseño está basado en las iglesias de Baden-Wurtemberg; también se conservan algunas casas de estilo alemán del siglo XIX y principios del XX. Desde la costanera del lago hay un paseo bonito con el Osorno y el Calbuco de fondo (aunque hoy la cumbre está tapada por las nubes). Este lago, el segundo más grande de Chile, va desde Ensenada y tiene más de cuarenta kilómetros de longitud, con algunas playas, lo que convierte a la zona en un reclamo muy turístico.

23 de noviembre

Nos vamos de Ensenada para nuestro último destino que es Chiloé. Tendremos como base Castro, que es la capital de la provincia y está cerca del circuito de iglesias chilotas que constituyen un conjunto patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Bordeamos de nuevo el lago Llanquihue hasta Puerto Varas y luego autopista de peaje hasta Puerto Montt y Pargua, que es donde está la rampa del ferri que conecta con la isla grande de Chiloé en Chacao. Allí cogemos la carretera panamericana que cruza de norte a sur la isla. Paramos en Ancud, una ciudad que aún conserva parte del fuerte español, que sería el último bastión de la corona en América del Sur. Allí paramos a comer, y fue donde tuve el placer de probar el plato típico de Chiloé, el curanto.

Ancud, Chiloé, desde el fuerte español de Santiago

Una hora más tarde, llegamos a Castro, al B&B Entre tierra y mar, un palafito convertido en un hotel con mucho gusto y un diseño muy acogedor, que se encuentra en el sector de Pedro Montt, como suele ocurrir en Chile, Glenny nos recibe con suma amabilidad.

24 de noviembre

Palafitos de Castro en Chiloé

Las previsiones del tiempo nos anuncian lluvia todos los días aquí en Chiloé, pero realmente hemos tenido un día bueno para lo que es la zona, ha habido ratos de lluvia pero han sido escasos. Glenny nos ha preparado un maravilloso desayuno. Hemos hecho un circuito por la mayor parte de las iglesias chilotas al sur y al norte de Castro. Hoy había mucho tráfico y gente por las calles, no sólo porque era domingo, sino que era día de votaciones a gobernador de las regiones en segunda vuelta. Hemos visitado las iglesias del conjunto UNESCO: Nercón, Vilupulli, Chonchi, Ichuac, Aldachildo (San Agustín, que no es patrimonial), Detif, Achao, Quinchao, Dalcahue y Rilán. Para ello hemos tenido que dar dos saltos por transbordador a las islas pequeñas de Lemuy y Quinchao. Tenemos que pensar que la provincia de Chiloé incluye alrededor de cuarenta islas. Ha sido un día estupendo, al llegar a Castro hemos ido a cenar a Casa Octavio, un restaurante montado en un palafito con unas vistas al mar que se han tintado de los colores de un arco iris.


Dos ejemplos de iglesias patrimoniales chilotas.

25 de noviembre

Llueve y llueve, por si no habíamos entendido bien lo de Patagonia verde. Leo cómo los Andes actúan de barrera de los vientos húmedos del oeste, de ahí que los chilenos se queden con toda el agua mientras que cuando estos vientos llegan a Argentina carecen de humedad, por eso la Patagonia argentina es tan árida, aunque eso no le quite, por supuesto, su particular belleza. Después de la tormenta vino la calma, a media tarde dio una pausa la lluvia intensa para convertirla primero en débil y luego incluso permitir que a ratos saliera el sol. Aprovechamos para coger el coche y visitar la iglesia de Castro y luego ir al norte a visitar tres nuevas iglesias patrimoniales que nos faltaban: la de San Juan, Tenaún y Coló. Luego volvimos a Castro para cenar un salmoncito a la plancha en el habitual Octavio. Hemos completado 14 de las 16 iglesias que conforman el conjunto patrimonial de la UNESCO.

26 de noviembre

Parque Nacional de Chiloé

Por la mañana no ha llovido, las previsiones eran que se mantenía el buen tiempo hasta el mediodía, así hemos aprovechado las primeras horas para visitar el Parque Nacional de Chiloé. Abarca cuarenta mil hectáreas, pero divididas en dos zonas: Chepu, que se entra por Ancud, y la otra, por la que hemos accedido, desde Cucao. Se entra por carretera asfaltada y es de fácil acceso. La mayor superficie del parque corresponde a colinas de la Cordillera del Piuchén. En el parque hay varios miradores al Lago Huilinco y sus humedales para avistar las aves, y varios senderos, uno de ellos recuerda a Darwin y a la especie amenazada que lleva su nombre “Ranita de Darwin”. El naturalista inglés visitó Chiloé en tres ocasiones, la primera a fines de julio de 1834. También hay otros senderos en dirección a las dunas y la playa, con un mirador desde el que se avista el río Cipresal y la playa arenosa de Cucao.

Lago Huilinco

A la vuelta de Cucao hicimos una parada en un pueblito que tiene el mismo nombre que el lago: Huilinco. En este caserío hay un templo de nueva construcción pero que mantiene el tradicional estilo de arquitectura religiosa en madera chilota. También hay unos miradores con vistas al lago y a las playas, aunque el viento desagradable del momento no hacia pensar ni mucho menos en bañarse. Volvía a llover a la llegada a Castro. Más tarde visitamos los puestos de artesanía que se instalan junto al puerto, para cenar cerca, en La oveja.

27 de noviembre

Se va acabando el viaje y comienza la vuelta. Desde Castro hasta Puerto Montt por la ruta 5 y cruzando la barcaza que va de Chacao a Pargua. Aquí haremos noche, en el mismo hotel que cuando empezamos el viaje, el Don Luis, cerca de la costanera. Hemos ido para comer al restaurante Club de yates, con vistas al mar. Ha vuelto a llover, es lo habitual.

28 de noviembre

Temprano cogemos camino del aeropuerto El Tepual, que está a media hora en coche. Paramos en la gasolinera para entregarlo con el tanque lleno en el parking del aeropuerto. Volamos a Santiago. Varias horas a la espera del vuelo a Madrid. La noche será volando. Por la tarde embarcamos para Madrid.

29 de noviembre

Después de estar trece horas encapsulados en el avión (qué envidia los asientos/cama de los de primera), llegamos agotados a Madrid, haremos noche aquí en un NH cerca de Barajas, para mañana salir para Cádiz en tren. Vaya subidón que se han pegado los hoteles madrileños, están intratables.

30 de noviembre

¡Chimpúm!..., se acabó. Llegamos a Cádiz, afortunadamente puntual el tren. Ya sólo queda descargar fotos y empezar a preparar las nuevas entradas de este blog que irán apareciendo poco a poco junto a las de otros viajes. Espero, a los que hayan llegado hasta aquí, que les haya podido ser útil esta experiencia chilena por si la quieren repetir. Chile, incluso la Patagonia chilena, merecen más días y más aventuras, quién sabe si repetiremos para ir aún más al sur. Un consejo es que debemos tener en cuenta siempre las condiciones meteorológicas en estas latitudes, la lluvia es frecuente, además del estado de las carreteras, que no siempre están asfaltadas y pueden darte algún que otro disgusto. Ten presente además que los coches de alquiler suelen estar bastante cascados.


Chile es fantástico, pero el sur es, además, mágico.

Hasta la próxima viajeros !!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Genial Paco !! Vaya viaje
Marcela
Anónimo ha dicho que…
Hola, Paco. Esto es naturaleza. Naturaleza en mayúsculas. Un viaje para disfrutar de su entorno y de esos parajes tan salvajes y potentes.
Saludos
CarmeLa